Félix Espoz. Madrid
Un estudio, llevado a cabo por el Hospital Comarcal del Alt Penedès y el Servicio de Atención Primaria Alt Penedès-Garraf, y becado por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, ha concluido que la intervención coordinada de los farmacéuticos de ambos ámbitos asistenciales permite reducir en un 24 por ciento los errores de medicación que se producen en el proceso de transición entre el alta hospitalaria y la primera visita a la atención primaria. Este porcentaje llega al 42,5 por ciento en el caso de los fármacos cardiovasculares.
Teresa Arranz e Isabel Rosich.
|
El proyecto ha sido liderado por los responsables de Farmacia de los dos niveles asistenciales, Teresa Arranz e Isabel Rosich, que han explicado que este proyecto se planteó porque tanto en el Hospital Comarcal como en AP llevaban desde 2003 con proyectos de coordinación en la selección de medicamentos y en farmacoterapia. “Era interesante hablar de conciliación de la medicación porque detectábamos que teníamos pacientes polimedicados y la farmacoterapia estaba un poco fragmentada y quizá no llegaba la medicación completa en el ingreso hospitalario” afirma Rosich, mientras Arranz añade que “no encontramos estudios en la conciliación entre niveles asistenciales en Medicina Interna al alta hospitalaria del paciente”, además del hecho de que “uno de los objetivos del plan funcional de la zona era hacer trabajos conjuntos entre AP y hospital para conseguir eficiencia en la utilización de medicamentos”.
Según comenta Arranz realizaron un diseño prospectivo que constaba de tres etapas. En la primera analizaron la situación basal; después hicieron una intervención, la misma en Primaria y hospital. Y, por último volvieron a hacer el mismo estudio post intervención.
Para llevar a cabo el estudio se consensuaron una serie de recomendaciones que se editaron en trípticos informativos y se difundieron a todos los servicios hospitalarios y equipos de atención primaria implicados.
Intervenciones
“La intervención se basó en unas sesiones informativas, tanto en AP como a nivel hospitalario, sobre unas recomendaciones de mejora”, añade Arranz, que explica que los contenidos del tríptico pasaban “por lo que tenía que hacer el médico el hospital cuando daba el alta, al ingreso y durante la estancia. Y de la misma manera en el ambulatorio. Por ejemplo, recomendamos a los médicos del hospital que al ingresar un enfermo debían documentar la lista de medicamentos que tomaba de manera habitual, sin olvidar que se acordara de preguntar sobre automedicación, especialidades publicitarias, vitaminas o plantas medicinales. Utilizábamos por un lado la historia clínica compartida y aparte intentábamos hablar con el enfermo que nos aclarara las dudas. En la estancia hospitalaria lo que se hacía es que el médico del hospital, viendo la medicación que llevaba el paciente de forma habitual, valorara si existían duplicidades, las pautas y discrepancias con las medicaciones que precisaba el enfermo en ese momento. Y después, en el informe de alta, las órdenes previstas al alta las comparara con la lista de medicación habitual que había obtenido al ingreso”.
Añade que en el informe de alta pretendían que “el médico escribiera el tratamiento completo. Por ejemplo, pedimos que resaltara sobre todo los tratamientos que se iniciaban, que se retiraban, o los que variaban dosificaciones, con los motivos de estos cambios. Que indicaran los tratamientos de corta duración con su fecha de inicio y final. Que si había un nuevo medicamento que sustituyera a uno anterior lo especificara claramente. Que especificara las nuevas medicaciones que le había prescrito y para qué. Y que se obviara el poner “resto de medicación igual” o “continuar tratamiento igual”. Con esto volvimos a hacer las valoraciones”.
Rosich agrega que “en Primaria cuando sabíamos que un paciente había estado ingresado y dado de alta del hospital, buscábamos informar al médico de cabecera. Uno de los objetivos era que el paciente tuviera contacto con la Atención Primaria lo antes posible. Si el paciente pasaba muchos días sin tener contacto con AP, la información que consta en la historia clínica informatizada no se actualizaba en un tiempo adecuado”.
Resultados
El resultado más importante, según Rosich, fue la reducción de los errores de medicación en un 24 por ciento. Además, “En el grupo farmacológico de cardiovascular vimos que los errores se redujeron muchísimo, quizá porque los pacientes que ingresaron más frecuentemente tenían patología cardiaca o EPOC. Los errores se redujeron hasta un 42 por ciento”.
Pr su parte, Arranz señala que buscaron que el número de enfermos a analizar en el estudio pre y post, con las exclusiones, quedara en 100. “Recogimos en una base de datos las discrepancias y nos encontramos que en la fase pre había 57 discrepancias justificadas y 87 no justificadas, lo que equivale a un 19,5 por ciento de errores de conciliación (todos ellos de gravedad B). La evolución fue que sólo con la intervención pasamos de 33 informes de alta en la que figuraba la frase “resto de medicación” o “continuar tratamiento igual” a ocho. La reducción fue de un 39,4 por ciento. También incidimos mucho en que le médico en el momento del alta le dijera al enfermo que fuera al ambulatorio rápidamente para que toda su medicación figurara informatizada. Los días entre el alta y la primera visita en Primaria pasaron de 13,5 a 6,5. Además, las discrepancias totales en las prescripciones bajaron en un 17,9 por ciento y las no justificadas, donde queríamos incidir, bajaron en un 14,46 por ciento.
|